martes, 21 de julio de 2020

Invierno.

 
 Hace un mes riges estas latitudes,
 oh tú! Gélido espíritu que todo lo empalideces.

 Que sepultas la belleza de las marchitas flores
 y juegas a tu antojo con las hojas que te ofrendo el otoño.

 Tu que eres drama y agonía,
 helado vendaval y lluvia fría.

 Tu que eres tormenta que todo lo arrasa, que todo lo limpia,
 tu que depuras los bosques y apresuras los días.

 Tú que ornamentas montañas con blanca corona,
 tu que silvas en la tundra y ruges en los mares.

 Tú que decoras las copas de los árboles de finos cristales,
 te elevas de las gargantas en vapores como plegarias al éter.

 Te sacias de los aromas de espesos potajes,
 y exiges tributos en formidables truenos.

 Las chimeneas son tus incensarios
 y el cielo gris tu templo.

 Tus ojos son delicados como fino cristal,
 tu piel es pálida como la larga noche. 

 Tu pelo ondeas como las ramas en la tempestad,
 reino efímero y hermoso que bajo tu voluntad todo lo depone.

 Sin duda invierno, la más fuerte eres de todas las estaciones,
 quien con drama llora todos sus días.

 Infortunio traes bajo tu blanca túnica,
 muerte y velo entregas a las cosas para que renazcan con nueva vida.
 
 Responsabilidad y castigo tu sola acarreas,
 cuan pesada tarea el creador te ha asignado entre las cuatro bellezas.

 Especial y divina tú riges sobre las cuatro grandezas,
 mas tú como la vida misma la síntesis eres.

 En el mar la furia, sobre la extinta flor la nieve,
 en la caverna oscura el silencio. En las calles solitarias llueves.

 Una postal de la vida tú mejor que nadie representas,
 mas como nadie y solo ella eres.

 Trágicamente bella…



 Un pequeño homenaje al Invierno esa estación blanca y devastadora, furiosa y apacible como ninguna.