martes, 27 de noviembre de 2018

El arca Rusa.

 Hace unos años atrás que vi esta magnifica película y desde entonces que tengo ganas de escribir sobre ella. Voy a hacer de esta entrada la antesala de una continuación que calculo escribiré en poco tiempo. Básicamente en lo relacionado al fin de un periodo, de una era o de una época. Como le queramos llamar. Eso es lo que el Arca Rusa transmite en su magistral final. Aleksandr Sokúrov tiene el enorme talento de transmitir a través de aquel personaje "El Europeo" un deje de melancolía en ese ultimo baile imperial en el palacio de invierno. Pocas veces una película me ha hecho sentir esa clase de emociones con el presagio amargo, sentido por la culminación de una noche de fiesta como algo que no va a volver. Y aquel personaje de extrañas gesticulaciones se deshace en la melancolía que se adueña de sus expresiones. El baile, la pompa, la elegancia, la educación y esa familia imperial con sus alegres duquesas que parecen hadas que danzan alegres en los pasillos de aquel palacio. Quien diría que en tan solo cinco años todos serán asesinados. Sin dudas el film deja plasmado en el espectador una nostalgia por un tiempo que se fue, por algo que jamas volverá que parece haber sido mentira que existiera como si habláramos de un hermoso sueño en una noche de verano.

 A quien le guste la historia (Rusa en este caso) se la recomiendo. A quien le guste abrazarse a los tiempos del ayer le obligaría a verla. Puedo asegurarles no se van a arrepentir. En fin diría que si los que vivieron aquellos tiempos y fueron desgraciados testigos de como aquella época termino para ver en lo que se fue transformando el mundo. Se ajustaría a ellos la frase de otros siglos para el conocido diagnostico, muchos habrán muerto de melancolía...

 Les dejo un enlace para que vean de que se trata.



martes, 20 de noviembre de 2018

Cosas que alguna vez escribí Vol. I: El silencio.

 Decidí hoy comenzar a publicar cosas que en algún momento escribí, por desahogo, por esparcimiento, para dar un consejo o porque simplemente me llegaron a la mente. En fin, esta sera la primera de muchas entradas. Nos volveremos a encontrar una de estas noches...


 Muchas veces el silencio, resulta ser el bálsamo donde nuestras mentes reposan, el oasis en el desierto.  Ese refugio tan nuestro donde aprendemos a sanarnos para levantarnos y seguir adelante. Es el néctar de los sabios. Es el curador del alma… Es el gobernante del templo de nuestra conciencia. No hay nada mejor que de vez en cuando tener una conversación con uno mismo. Un debate interno en el que nuestras metas, sueños  y sentimientos se someten al juicio de nuestros pensamientos. Tranquila mi amiga y abraza por un rato el silencio.

(Foto de Rob Visser)




miércoles, 7 de noviembre de 2018

Noches de noviembre...

 Noviembre, por estas latitudes los días empiezan a notarse mas largos y las noches aunque mas efímeras tienen un encanto especial. Aquí en mi ciudad hay una zona de lomas engalanada de bellas casas y chalets de piedra, estas generalmente tienen al menos un pequeño jardín o una entrada ornamentada con plantas y flores. Por esta época es cuando se vuelve propicio salir a caminar por la noche y subir la loma y respirar ese olor a flores y arbustos frescos que al aire mezclado con el roció hacen una delicada fragancia para los sentidos. Y seguir camino arriba y desembocar en las playas solitarias y por fin detenerse a contemplar ese mar tenido de plata por el esférico candil que con delicadeza lo cubre de tenue luz. Y es ahí que me quedo un rato sentado respirando y observando tanta armonía y recuerdo a Debussy y trato de imaginar aquellas noches de antaño de la Belle Époque Parisina y en la belleza de las horas nocturnas que como un remanso, como un oasis en el medio del desierto, hace que nuestras almas fatigadas se tomen un tiempo para deshacerse de tanto cansancio, de tantos problemas, de las pesadas cargas que conllevan la rutina. Para mirar al cielo, las estrellas y ese mar coloreado de luces e inspirarse y volver a soñar con las cosas que hemos dejado en el olvido. 

 Y para mi desgracia ya estarán lejos aquellas noches de hace mas de un siglo en aquel París que soñaba cosas imposibles en el que caballeros de frac inspiraban sus obras en el imaginario canto de las ninfas. Yo me pregunto habrá habido alguna de ellas en el Sena perdida? Quien dice, tal vez Debussy retrato en su música la tonada de alguna de sus liras...

 Que tenga usted mi huésped fugaz, una buena noche.



lunes, 5 de noviembre de 2018

Aquellos ojos, aquellas mujeres, aquel arte....

 Hace unas noches atrás me encontraba viendo imágenes viejas e ilustraciones de época. Y fue un poco por buscar y otro tanto por casualidad que me tope con la imagen que acompaña esta entrada. Aquella mujer sin nombre de la que no se sabe nada tan solo que fue portadora de una singular belleza que caracterizaba a las mujeres de aquel tiempo y aun sin datos de ella, su recuerdo existe en esa única foto tomada en un lejano 1924. (Otra coincidencia es que suelo encontrar muchas cosas de aquel año pero eso lo dejare para otra entrada.) Y reflexionaba sobre las imágenes y su valor como hoy día parece tan degradado cuando cada uno de nosotros tiene dos lentes fotográficos en su celular falta de uno. Y poseemos desde en el mismo teléfono hasta en la computadora mil programas para retocar las imágenes de una manera tan abrumadora que todo termina con un resultado artificial como la fruta que compramos en el supermercado que poco tiene que ver su sabor con la que se saca de un lugar silvestre.

 Pero en fin fueron tantas cosas las que se me cruzaron por la mente en el corto tiempo de unos minutos, que nunca sabre porque pero aquellas musas que inspiraban a estos nuevos pintores de trípode y rollo del siglo XX. Guardaban algo en sus ojos que era único y especial, algo que murió con ellas hasta cierto punto porque quedo retratado en imágenes como algo una vez real y palpable que se transformo en leyenda. Simplemente eran sus ojos como si en ellos guardaran los tesoros de la Atlantida, aquellas musas de los años  10, 20 y 30 aquellas ninfas de blanco y negro y sepia. Guardaban en su mirada un místico encanto que aunque mil mujeres de las mas bellas retraten hoy día con las mismas técnicas sus ojos las delatan. Ellas no son las de antes...

 Y sobre el arte, tan hermoso y diría sagrado en tantas de sus expresiones que en resumen puedo decir que tiene ese poder de volver las cosas terrenales en algo divino y a una simple dama de la que ni el nombre se sabe, ni su vida sus rumbos y su destino, en una eterna belleza que no se marchitara con los años.

  
 "Dime que pasaran los años y me veré igual de joven. Vamos! endúlzame la mente con hermosas mentiras que como las flores se marchitaran en los suspiros de las noches. Por eso evítame el dolor que traen los años a través de los espejos. Y atrápame en una imagen como un fantasma de luz para así vivir por siempre en los ojos que me miren..."

Fotografía de Alfred Cheney Johnston (1924).