martes, 30 de abril de 2019

Hey Arnold!

 Quien de chico no tuvo el sueño de tener una habitación a lo sumo parecida a la de el. Por lo menos con aquel traga luz para ver las estrellas por la noche. O luego de levantarse por las mañanas bajar a desayunar y encontrarse en compañía de personas tan variadas.

 Los amigos, el barrio, la escuela y por supuesto esos dos abuelos fuera de serie... Ese mundo tan especial era Hey Arnold, en el que cada capitulo nos dejaba una enseñanza o una sensación difícil de explicar que nos llenaba el espíritu.

 Arnold fue el reflejo de cada uno de nosotros cuando niños y el reflejo del recuerdo de nuestros padres que nos hacían compañía cuando lo transmitían por la tele. Supo encerrar en cada uno de sus capítulos recuerdos de infancia, ocurrencias de niños. Reflejar a los compañeros de escuela a los vecinos del vecindario y sus calles. Y proyectar al menos en la pantalla aquellos sueños que nunca pudimos cumplir.

 Pero en definitiva fue un dibujo especial que dejo su huella en los jóvenes y no tan jóvenes espectadores que atentamente lo siguieron en cada uno de sus episodios. Pues así son las cosas especiales, tienen ese ingrediente mágico el cual hace que jamas nos olvidemos de ellas.

 Con la inolvidable habitación en la que Arnold solía pasar sus ratos meditando mientras miraba el cielo a través de la ventana...





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