domingo, 14 de noviembre de 2021

Yo se del misterio...


 Yo se del misterio,
la imposible respuesta.

Se de sus pasos,
su oculta existencia.

Es fuente de la vida,
e incontable belleza.

Reposa con los pájaros,
en la tranquila siesta.

Se perfuma del rocío,
que esconde la antigua hiedra.

Y susurra con los vientos,
que a sus finas hojas tiemblan.

Se empapa con la lluvia,
en la tarde fresca.

Y destella con los rayos,
en las noches de tormenta.

Se viste de gala, de naranja y oro
e incontables verdes y codiciados tesoros.

Es joven, radiante y eterna,
se mezcla con las mariposas cuando alegres juguetean.

Y habita en los suspiros,
de quienes al amor esperan.

Yo se que de ella se arraiga un concepto,
se tiene una idea.

Y que los soñadores conocen de ella,
lo que niega la ciencia.

Ella imposible, hermosa quimera.
Fuerza maravillosa que mueve a la tierra.

Mientras yo sienta del viento,
la caricia ligera.

Y del aire de la noche,
cargadas las esencias.

Mientras oiga un gorrión,
que alegre al alba su canto encienda.

Y me sorprenda la vida,
en la más simple existencia.

Mientras existan cosas que mi imaginación no comprenda
y me robe el aliento, de la naturaleza del mundo la sutil belleza.

Y me pierda en los caminos de frondosas arboledas,
buscando unos ojos que aviven de mi alma, su llama eterna.

Podré descansar en las lánguidas nocturnas horas,
dormir un sueño, tan largo y profundo.

Pero soñar con ella, tan sólo despierto.
Tanta belleza, imaginada junta, causa desveló.















domingo, 19 de septiembre de 2021

En las tempranas horas...

 

 En las tempranas horas, a su tenue esplendor.

 Septiembre cuenta los altos días de un invierno que agoniza.

 Y en ellos siento resonar, de los años recuerdos que he olvidado.

 La desvanecida visión de un sueño que he vivido.

 El eco perdido de una voz que he escuchado.

 El perfume de un cuerpo que he deseado.

 Los alegres ojos de un rostro alborozado.

 La ancha sonrisa abierta, como flor en verano.

 El rastro de luz de un pasado añorado.

 Ella fue invierno y primavera.

 Por aquellos años mi vida entera.

 Un fantasma errante a la luz del día.

 Locura y sosiego, tormenta y armonía.

 Tiempo confuso, de ensueño el que tránsito.

 Donde mi mente recuerda y se resiste.

 Donde el corazón titubea en sus latidos.

 El alma se embriaga de momentos ya vividos.

 Que me habrá robado el espíritu?

 Que me habrá quitado el aliento?

 Quien habrá truncado mi camino, a la búsqueda de nuevos senderos?

 Solo se y recuerdo que fue un septiembre, donde supe porque se ama y se olvida.

 Años lejanos donde la razón, concedió al olvido todos sus caprichos.

 Para que con tenacidad voraz, destruya de mi mente todos los recuerdos.

 Es por eso que he olvidado porque el corazón ríe y se enamora.

 Y aún recuerdo porque, este sin saberlo, en algunos días llora...  




martes, 31 de agosto de 2021

Kulamar...

 Agosto se me escapa de las manos. Como el tiempo lo hace continuamente, el tiempo es agua entre los dedos... Nunca podemos evitar que los minutos se nos escurran, por mas que tratemos o en todo caso los estemos aprovechando. Y agosto fue el caso, me hubiese gustado escribir antes pero los días pasaron. En ese transcurrir, he pensado en muchas cosas. Y últimamente una de esas cosas fue Kulamar. 

 Kulamar fue de esos lugares a los que nunca entre pero del que guardo un gran recuerdo, es hoy en mi mente la postal de una época hermosa, de pocas preocupaciones. Cuando el corazón andaba ligero de angustias y la mente de problemas. Era un sitio por el que pasaba cuando volvía de terminar mi jornada escolar, muchas veces comiendo un alfajor mientras caminaba a paso veloz, pero sin excepciones siempre me detenía unos segundos al menos para mirar su vidriera. Conservo de aquel local un recuerdo basado en un detalle. Dirán que suena raro y mas raro va a sonar cuando diga que ese detalle era una regadera pintada! Si, como lo leen. Una hermosa regadera con un paisaje pintado en ella, lo recuerdo perfectamente. Era una casa de campo, una cabaña a los pies de una laguna con unas montañas de fondo, todo bajo un cielo claro. Ese llamativo objeto atrapaba mi imaginación indudablemente, cada día me detenía unos instantes a imaginar si ese sitio remoto existía, si el artista lo había visto de alguna forma o simplemente se trataba de su creatividad. Y luego pasaba a pensar, en toda la vida que tenia por delante y cuanto me gustaría terminarla en un paraje así, alejado del mundo sumergido en esa quietud, esa paz de la naturaleza. Fueron años hermosos donde, las calles eran distintas, tenían otra vida y a pesar de que era plena época de crisis las cosas eran mas fáciles que ahora. 

 A los pocos años Kulamar cerro, remodelaron el inmueble prácticamente a nuevo y aunque aquella cuadra parecía haber cambiado para mejor, pronto se detuvo su corto progreso y se estanco. Hoy día extrañamente a pesar que se encuentra frente al casino y frente a las playas del centro es una calle sin vida. De la que no queda nada de lo que conocí...

 Se preguntaran a fin de cuentas que era exactamente Kulamar? Era una pequeña casa de decoración de interiores, había que bajar algunos escalones ni bien se cruzaba su puerta. Cuando estaba por cerrar guarde el numero que pegaron en la vidriera por si alguien estaba interesado en sus productos. Recuerdo haberlo anotado, pero el olvido impiadoso hizo su parte y después de un tiempo guardado nunca lo encontré. Espero que esa regadera haya hallado un dueño con los mismos sueños que tenia yo cuando me sumergía en su paisaje. Por cierto en aquellos años sonaba un hermoso tema de Alanis Morissette. "Precious Illusions", sin dudas aquel tiempo fue un época de "Ilusiones Preciosas".






lunes, 5 de julio de 2021

Retornando a Ganimedes...

 

 Fue uno de esos días mal nacidos, en el que se me ocurrió volver a los tiempos pasados. Un viejo reloj se asomó entre las olvidadas cosas que llevo guardadas, ese reloj de bolsillo detenido en el tiempo, como marcando una muerte…




 Un corazón mudo que sostengo entre mis dedos, ahí hace ya ni recuerdo cuando sus agujas perecieron en una media noche de 15 horas, en esa madrugada larga y lluviosa junto a una carta mojada que no quise leer. Sé que se marchó en silencioso paso bajo la tupida lluvia y desde aquella noche no la volví a ver. Y ahora absorto, este viejo fantasma vuelve a mi vida y me roba el aliento, noche negra de Ganimedes, fue la última de todas. Fue en la lluvia que se confundieron las lágrimas, las mías como las suyas y las palabras nunca se cruzaron, jamás nacieron de nuestras bocas. Y ahora aquí esta vida de caprichosos menesteres, me hace volver a donde nunca más jure.




 Un amigo de años me dijo, que por otra casualidad reencontré, “Ya no es lo mismo, las cosas cambiaron desde que te fuiste y aquel bar no ha sido la excepción, ahora todo tiene un toque francés.” Después de ello,  no deje de contar minutos y pasaron las horas y volví a pisar Ganimedes, sus muelles y el puerto. Las gaviotas rapases siempre a la caza, como los condenados pescadores, eternamente abocados a las mismas labores, hay cosas que nunca cambian... Camine por las sucias calles, el rostro se me transformo, sentí el paso del tiempo y por todos los rincones me asolaron los recuerdos como animales salvajes sedientos de mis penas. Baje la mirada y metí mis manos en los bolsillos, resignado a no tener más opciones tome ese camino que nunca olvide y llegue a un arrumbado sitio, donde un derruido cartel sobre el suelo anunciaba un nombre “La Fin”.




 Me detuve ante la puerta y cerré los ojos tratando de dilatar al menos unos segundos más ese encuentro inevitable que inconscientemente por tantos años había anhelado. Y ahí estaba el bar solitario, poco había cambiado de él más que su nombre, todo seguía igual. Las mesas, los taburetes y la barra llena de marcas de tantos tragos despachados a cuantos anónimos que por allí pasaron. Tan solo unos adornos me eran extraños y un joven muchacho que al preguntar por ella poco quiso decirme. Hasta que su voz interrumpió en el recinto y vi su figura reaparecer detrás de una roja cortina, era como una sombra, como un espectro del ayer, que de un pasado que creía olvidado volvió a asolar mis días. Y sus labios pronunciaron mi nombre, con los ojos atónitos y a la vez amables lo volvió a repetir nuevamente, con su dulce voz que era para mí ya un tesoro perdido. Sin sorprenderse como esperando este día, sabiendo que el viajero que huye tarde o temprano detiene su andar. Mis ojos brillantes muy grandes se abrieron y ella pidió un momento a solas con su viejo amigo.  Las frases breves, el tono cortante de las palabras y el aire enrarecido, bebí ya ni sé que, masticando nervios.




 Solo le ofrecí volver para así sanar de ambos las cicatrices, corazón traidor! Nunca vuelvas, no hay que ser reincidente con una mujer. Y ella me dijo que otra vida había construido, que yo era demasiado para ella, que Ganimedes entero ya era pequeño para mi. Que siga mi camino, yo ya era parte del ayer. Sin más que decir resigne todas mis palabras y borre todos mis pensamientos, me fui en silencio sin un reproche, otro pedazo de vida dejado al olvido.

 Quien diría las vueltas del camino, el amor de mis mejores años me dejo por un tipo buscado por la ley. Y en el ocaso de esa jornada. Destino vengador, la vida nos encontró nuevamente, frente a ella, frente a él. Trato en vano de defenderlo y por cobardía o por un poco del amor que aún me guarda, no lo sé. Erro algunos disparos y no pudo lograr cuidar de aquel muchacho cobarde que nada valía.




 Para su consuelo le mencione, en algún tiempo el saldrá y lo podrás cuidar. Me di media vuelta y me retire en esa noche clara junto al muelle frente al mar. Volví a colocar mis manos en los bolsillos y saque nuevamente aquel corazón de engranajes muertos, hace ya tanto detenido. Y con alivio, sin pesares, junto con todo aquel pasado lejano se hundió en lo profundo del mar en ese largo día, esa interminable jornada que al fin había acabado. Ese efímero tiempo de verano en el que retorne a Ganimedes.




 Una breve narración del decimo capitulo del anime "Cowboy Bebop" titulado "Elegía de Ganimedes". Dedico este texto a un buen amigo al que gracias a el conocí esta obra maestra de la animación de la que soy adepto.  

 Cuando vi este episodio por primera vez no deje de pensar en Summertime, todo el tema me recuerda su atmosfera. Lo dejo interpretado por la fantástica Shaye Cohn en esta oportunidad al piano acompañando al Dr. Michael White. Grabado en 2019.




domingo, 16 de mayo de 2021

Llévame de vuelta al jardín del amor.


 Llévame de vuelta querida a mis años de juventud,
a cuando todo eran sueños e inocencia.

 Llévame de vuelta a los días radiantes donde mis ojos brillaban,
cuando miraban los tuyos.

 Llévame de vuelta al páramo de nuestro amor.
Susúrrame cosas bellas, que quiero soñar despierto.

 Amor siento que me deshago de tristeza,
como la flor que en otoño de sus pétalos se desnuda.

 Cuanto tiempo entregado al olvido,
no hay nada mas amargo que los días perdidos.

 Mi amada, como anhelo aquellos años,
donde las damas se sonrojaban por amor.

 Mas no hay imagen mas bella,
que la de una mujer ruborizada.

 Si pudiera ver tu sonrisa,
en lágrimas de alegría me derretiría.

 Llévame de vuelta al jardín del amor,
donde las reglas del tiempo no existen.

 Quiero contemplar el poema viviente de tu rostro
y amarlo con devoción.

 Amarlo así por siempre,
amarnos los dos.


 Pequeño poema que escribí en recuerdo a esta canción escrita en 1911, hace ya 110 años. Por Osborne Nat con música de Goetz E. Ray, grabada en 1912 por Charles Harrison y el Columbia Stellar Quartet. Esta canción, específicamente en esta versión, se encontraba entre las tres canciones mas escuchadas del ranking de los Estados Unidos en un día como hoy 16 de mayo de 1912. Posicionándose en el segundo puesto, el primer lugar lo tenia "Skeleton Rag" interpretado por el "American Quartet" y el tercero era un tema interpretado por el legendario cantante Enrico Caruso titulado "Love is Mine". 

 Fueron buenos tiempos para el amor...






martes, 27 de abril de 2021

El canasto y la vieja caja...

 
 Un día como todos, haciendo limpieza en una tarde cualquiera. Me empeñe en limpiar del armario el ultimo estante. Ese de abajo de todo que junto con el de mas arriba son los que menos usamos, pero especialmente el de abajo. Tan inaccesible a causa de que una de las puertas del mueble siempre esta cerrada por una enorme caja que se ubica justo delante y que no existe mas lugar que ese para colocarla. Ahí ese ultimo rincón casi vacío donde ni el polvo llega, mas solo la oscuridad y el silencio. Es el pequeño habitáculo de un canasto con recuerdos de infancia y una caja vieja. Ya que estaba haciendo limpieza a fondo me dispuse a no pasar por alto aquellas cosas de mis años pasados. Allí estaban, tal cual las había dejado cuando niño. Uno nunca deja de ser el mismo, las personas cambian pero siempre mantienen una esencia fundamental, especialmente ese espíritu infantil. El viejo tarro, alguna vez un pote de crema para manos donde guardaba las canicas. Decidí abrirlo y ahí estaba la de la suerte arriba de todas. Las contemple por un momento, que vasto para recordar muchos de aquellos días con sus momentos y como esa bolita de la suerte llego a mi mas por una casualidad de la vida que por otra cosa. Cerré el frasco nuevamente percatándome de que la pequeña bola de vidrio siguiera arriba de las demás. Y pensé, hay cosas que nunca cambiamos!...Y seguí hurgando entre los objetos... Recordaba los juguetes que se encontraban en las bolsas, tan solo tres pero con los mas preciados de mi infancia. Aquellos de los que nunca me deshice y dentro del canasto dos cuadernos de cuando estudiaba en la primaria y mas viejos aun otros dos cuadernillos ilustrados para aprender los números y las vocales. Recuerdo el día que mi padre los trajo, un par para mi y otro para mi hermana. Apenas estaba aprendiendo algunas letras y esos pequeños libros acompañados de simpáticos dibujos me divertían mucho. Recuerdo decir a mi padre que le comentaba a mi madre, "Se los compre a un hombre que los vendía en el colectivo" y no olvido nunca, fue la primera vez en la que recuerdo escuchar sobre el trabajo rebuscado, de la necesidad, la gente humilde y esa honradez de salir a vender cualquier cosa con tal de traer algo de dinero a la casa. Puede que en aquel momento no halla comprendido todo en su magnitud, pero algo presentí porque aquel día me quedo grabado para toda la vida. Un ejemplo tan nítido de la realidad de este país de ayer, hoy y siempre. Por ultimo la caja, una caja vieja calculo de zapatos. Llena de viejos soldaditos de plástico y otros juguetes bélicos, tanques, camiones... Y recordé muy lejos en mis años cuando era muy pequeño. El living era el mundo y la alfombra azul el enorme campo de batalla. Donde se batían los ejércitos compuestos por esos rígidos hombres de plástico, en guerras que no llegaba a comprender, pero que con el tiempo entendí de que las ideas no se matan porque ellas matan primero a los hombres. Pero en fin entendía que aquellos soldaditos se mataban... Tan lejos de la concepción de la muerte y del dolor, tan pequeño casi pudiese decir inmortal, sin noción de los años y la vejez. Fueron esas pequeñas figuras las que me acercaron a las cuestiones de los hombres y el mundo real. Casi como si hubiera vivido muchas vidas, supe de cosas que no entendía y vi en aquellos hombrecillos, que temerarios y con arrojo dirigían cargas de infantería sobre el enemigo y se sacrificaban sin pretextos por los suyos, a mis primeros héroes, si aquellas horas habrán forjado valientes en la alfombra! Y uno de ellos que había venido defectuoso, le faltaba una pierna y yo pensaba que era un soldado amputado y lo hacia aparecer cada vez que alguno de los otros lanzaba una granada. Que curioso saber tanto sin conocer nada. Pero en fin que en aquellos años conocí el mundo y los sillones fueron montañas y recorrí valles de dinosaurios y planetas lejanos, conocí el lejano oeste y conduje autos en peligrosas carreras, fui constructor y destructor. Hice la paz como la guerra y grandes amigos en todas las ocasiones. Hay juventud divino tesoro, benditos sean todos aquellos años de mi pasada niñez. Ojala algún día otro niño que siga mis pasos pueda descubrir ese mundo que yo alguna vez viví … Y así volví a guardar todas aquellas cosas, las mas sagradas para mi y siguió la tarde que ya no era como cualquiera de ese día que ya no era como todos...

lunes, 22 de marzo de 2021

Un recuerdo de varias vidas...



 En la belleza de un cielo pintado todos los colores reunidos,
un lienzo misterioso que evoca un infinito.

Un sueño que se descubre lentamente,
ya varias veces vivido.

La vieja cúpula acaricia las nubes, recuerda un tiempo, 
testigo inerte de días lejanos y gentes que se han ido.

Un verano que parte prontamente,
dice adiós poco a poco en cada tarde.

Engalanado de ornamento de oro y fuego inalcanzable,
un fuego que ya he visto y un oro impalpable.

Tiempo que se escapa de mis manos, 
tiempo que no puedo detener.

Parece algún día cualquiera,
a su antojo retroceder.

Instante que capturo en una imagen,
fantasmas de luz todo lo es.

Mi alma se desborda y recuerda en ese cielo algo que fue,
resabio de otra vida un pasado que no puede ver.

Sabrá mi ser en el infatigable inconsciente, cuantos caminos el horizonte me a vislumbrado, 
la brisa que ondea me recuerda a otros veranos por mi mente olvidados.

Quien sabe ese poema plasmado en el cielo,
cuantas veces guardado en los cofres de mi alma forma parte de un tesoro.

Postal curiosa de otra vida y otro tiempo,
de un verano para el que no hay memoria.

Si hay cosas que la razón no explica y el sentimiento atesora,
una nostalgia incomprensible, algo que recuerda el pasado anhelado convertido en sombras.

Y la fama y la suerte venturosa de las vidas que rondan por doquier,
esta vida es un suspiro tan efímero como este atardecer.




miércoles, 24 de febrero de 2021

Himno a un tiempo ido.

 Ella, ahí pasaba siempre tan fresca. El cabello rojizo suelto, una flor en el ojal de un saquito que solía usar seguido. Y unos ojos que eran dos fosas de aguamarina. Tan profundos como misteriosos, luminosos, tanto como un par de piedras preciosas. Ah... esa sonrisa plena, la recuerdo... Se extendía, suave ligera. Unos finos labios rozados y sinceros. Escondían aquellos dientes blancos como el mármol. 

 Era tan completa, era la postal de un sueño. Un imposible palpable. El complemento perfecto para cada vereda que su presencia embellecía, un andar alegre descuidado como el vuelo de una mariposa. Y aquel vestido, que se puso para visitarme... Ella era todo lo que anhelaba, tan ansiada, tan soñada, tan amada, tan mía y tan humana.

 Las horas, las tardes, las noches. Las risas, los poemas, las lagrimas. El bullicio y el silencio. Las conversaciones, los instantes, los recuerdos... Los abrazos, las manos tomadas. Las mil cosas que nos dijimos tan solo en las miradas. Sus ojos de aguamarina, los míos cansados y de mirada firme. El paso del tiempo, la incertidumbre, la ansiedad y el desconsuelo. El desencuentro y al final un adiós definitivo. Sin reproches, dos personas que se quisieron, dos vidas que toman sus caminos...

 Tiempo traidor que te has ido, ya olvide su voz y el color de aquel vestido. Ya casi no la recuerdo y ni los sueños me la devuelven. Vida de hastió, ya no encuentro nuevas andanzas a la vuelta de la esquina. Ya se han ido los cafés aventureros, las horas conversando, la eterna poesía. Ya olvide la forma de sus manos delicadas que se entrelazaban a las mías cuando partía en la noche y de ella me despedía. 

 Quedaron, las palabras los poemas escritos, que no he vuelto a leer. Y las calles que ya no son las mismas. Un paisaje arrumbado de tristezas que llevo guardadas como viejas heridas que no quieren sanar. Esa chica una simple diosa de carne y hueso, se transformo en un espectro que me atormenta en mis recuerdos. Un dulce veneno que a mi corazón le gusta beber. Y no quiero volver a verla, no quiero que la vida en un día cualquiera nos encuentre en un lugar al azar. Porque ya no será la misma y yo tampoco, el tiempo impiadoso nos habrá cambiado. 

 Y como a un loco cada tanto le sorprende la lucidez. Ahí la imagino, esperándome nuevamente a la puerta del trabajo, su fragancia a jazmín, su vestido que la brisa ondea suavemente, aquellos aros que le regale que combinan con sus ojos. Su sonrisa ligera y su rostro sonrojado, mi traje azul, mis zapatos lustrados, la tarde soleada. El eterno instante, las veredas eran nuestras, ella mi mundo entero, un mundo perdido hecho pedazos. Como seguir adelante, no lo se. Se que guardo sus restos entre mis dedos, son cristales tan preciosos que sus bordes me hacen sangrar las manos. Aun así de todas formas, rotos y deformados por el paso de los años, están entre mis mayores tesoros.

 Muchas gracias por tanto, en lo poco que duro aquel tiempo entrañable, donde se cruzaron nuestras vidas. Crecí como persona y aun después al continuar nuevamente mi camino solitario. Sigo reflexionando muchos días y no será siempre, pero maduro en mi conciencia cuando encuentro tu nombre y sus recuerdos en mis absortos silencios.