miércoles, 24 de febrero de 2021

Himno a un tiempo ido.

 Ella, ahí pasaba siempre tan fresca. El cabello rojizo suelto, una flor en el ojal de un saquito que solía usar seguido. Y unos ojos que eran dos fosas de aguamarina. Tan profundos como misteriosos, luminosos, tanto como un par de piedras preciosas. Ah... esa sonrisa plena, la recuerdo... Se extendía, suave ligera. Unos finos labios rozados y sinceros. Escondían aquellos dientes blancos como el mármol. 

 Era tan completa, era la postal de un sueño. Un imposible palpable. El complemento perfecto para cada vereda que su presencia embellecía, un andar alegre descuidado como el vuelo de una mariposa. Y aquel vestido, que se puso para visitarme... Ella era todo lo que anhelaba, tan ansiada, tan soñada, tan amada, tan mía y tan humana.

 Las horas, las tardes, las noches. Las risas, los poemas, las lagrimas. El bullicio y el silencio. Las conversaciones, los instantes, los recuerdos... Los abrazos, las manos tomadas. Las mil cosas que nos dijimos tan solo en las miradas. Sus ojos de aguamarina, los míos cansados y de mirada firme. El paso del tiempo, la incertidumbre, la ansiedad y el desconsuelo. El desencuentro y al final un adiós definitivo. Sin reproches, dos personas que se quisieron, dos vidas que toman sus caminos...

 Tiempo traidor que te has ido, ya olvide su voz y el color de aquel vestido. Ya casi no la recuerdo y ni los sueños me la devuelven. Vida de hastió, ya no encuentro nuevas andanzas a la vuelta de la esquina. Ya se han ido los cafés aventureros, las horas conversando, la eterna poesía. Ya olvide la forma de sus manos delicadas que se entrelazaban a las mías cuando partía en la noche y de ella me despedía. 

 Quedaron, las palabras los poemas escritos, que no he vuelto a leer. Y las calles que ya no son las mismas. Un paisaje arrumbado de tristezas que llevo guardadas como viejas heridas que no quieren sanar. Esa chica una simple diosa de carne y hueso, se transformo en un espectro que me atormenta en mis recuerdos. Un dulce veneno que a mi corazón le gusta beber. Y no quiero volver a verla, no quiero que la vida en un día cualquiera nos encuentre en un lugar al azar. Porque ya no será la misma y yo tampoco, el tiempo impiadoso nos habrá cambiado. 

 Y como a un loco cada tanto le sorprende la lucidez. Ahí la imagino, esperándome nuevamente a la puerta del trabajo, su fragancia a jazmín, su vestido que la brisa ondea suavemente, aquellos aros que le regale que combinan con sus ojos. Su sonrisa ligera y su rostro sonrojado, mi traje azul, mis zapatos lustrados, la tarde soleada. El eterno instante, las veredas eran nuestras, ella mi mundo entero, un mundo perdido hecho pedazos. Como seguir adelante, no lo se. Se que guardo sus restos entre mis dedos, son cristales tan preciosos que sus bordes me hacen sangrar las manos. Aun así de todas formas, rotos y deformados por el paso de los años, están entre mis mayores tesoros.

 Muchas gracias por tanto, en lo poco que duro aquel tiempo entrañable, donde se cruzaron nuestras vidas. Crecí como persona y aun después al continuar nuevamente mi camino solitario. Sigo reflexionando muchos días y no será siempre, pero maduro en mi conciencia cuando encuentro tu nombre y sus recuerdos en mis absortos silencios.

  



4 comentarios:

  1. Yo viví algo parecido con mi primer amor...
    Y ahí sigue... en el número 1 de mis mejores recuerdos.

    Saludos.

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    1. Que bueno que tengas siempre presente esos recuerdos Toro. Nos hablan cada vez que nos topamos con ellos, de que la vida, esta vida es tan solo una y es preciosa como también efímera.

      Un saludo grande y muchas gracias por comentar.

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  2. "Tiempo traidor que te has ido, ya olvide su voz y el color de aquel vestido" Para cuando llegué ahí no me había percatado que mi mano tapaba mi boca al leerte Emanuel.

    Cabría citar todas tus letras, pero sería redundar en lo que tan sinceramente has plasmado. Es para mi un tesoro saber que hay personas que todavía eligen recordar esos momentos con el romanticismo con el que lo vivieron, sin rencores, sin excusas.

    La vida tiene extrañas maneras de presentarnos momentos que sabemos que no durarán, que solo pueden ser disfrutados por un instante, brillan unos momentos para luego sumergirse en el infinito anochecer del tiempo.

    Y un sentimiento agridulce nos invade cuando entendemos que nunca será lo mismo, que no hay posible reencuentro, esos amantes quedaron en el pasado, su luz, como la luz de las estrellas, llega desde otro tiempo, desde otro espacio.
    "Ningún hombre puede cruzar dos veces el mismo río, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos"


    Y haces bien en agradecer que haya pasado, tu recuerdo habla de como esta formado tu corazón y la conciencia con la que vivías aquellas épocas de juventud madura.

    Me gustaría imaginar, aunque sea por un instante, que esos tiempos se encuentran en un eterno presente, que cada instante se repite y que su eco resuena en el infinito y nutre la existencia misma de la vida.

    Quizás este desvariando y sea el whisky hablando, pero me voy a dormir con una sonrisa y una esperanza querido Emanuel!

    Te dejo un abrazote en esta noche de brisas gentiles!


    P.D: La imagen que elegiste para acompañar la entrada...Excelente elección jajajaj

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    1. Aquamarine, tengo que darte las gracias siempre por comentar de la manera que lo haces. Tu comentario es una extensión misma o mas bien una segunda parte de la entrada. Cuanta verdad hay cuando escribes "Ningún hombre puede cruzar dos veces el mismo río, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos" eso conlleva a que podemos mirar hacia atrás y reflexionar sobre el tiempo vivido, pero no podemos ir en busca de revivir ese tiempo. Para cada cosa, acontecimiento, situación o como lo queramos llamar hay un momento. Y ese momento es irrepetible. Es de ahí que la vida hay que vivirla de la manera mas sabia posible, porque es una sola y es finita. No podemos jugar a ser inmortales, no podemos darnos el lujo de repetir errores o derrochar el tiempo como si por siempre viviéramos estancados en una cierta edad. Hace tiempo atrás cuando escribí "Un pequeño ensayo sobre el amor" hable de ello. El amor como todas las cosas no son las mismas cuando uno las experimenta de joven como de adulto o de anciano. Simplemente no será lo mismo porque nosotros y el entorno que nos rodea cambia constantemente. Es de aquí que por eso hay que hacer las pases con uno mismo y por sobre todo de nuestros prejuicios, esas cadenas que llevamos y que nos hacen sufrir. Hay que tratar de viajar este camino, ligero y con la mayor sencillez posible. Esa es la clave de ser feliz si me lo preguntas. Por eso disfruta de los momentos, de las cosas simples que oculta cada día, una puesta de sol, el sonido del viento, un momento de silencio, pisar hojas en otoño, mirar las nubes y sus colores. De la vida, los instantes son los que recordamos, en ellos hay soledades felices y personas que amamos y nos siguen acompañando o en otros casos se han ido por distintos motivos. La sabiduría radica en que vivamos la vida de manera que cada uno de esos recuerdos nos saque una sonrisa.

      Quiero terminar esta respuesta con tus palabras. Me quedo con estas dos citas de lo que has escrito. La primera, la tomo como una afirmación y la segunda la que tuviese que ser siempre respuesta.

      "La vida tiene extrañas maneras de presentarnos momentos que sabemos que no durarán, que solo pueden ser disfrutados por un instante, brillan unos momentos para luego sumergirse en el infinito anochecer del tiempo."

      "Me gustaría imaginar, aunque sea por un instante, que esos tiempos se encuentran en un eterno presente, que cada instante se repite y que su eco resuena en el infinito y nutre la existencia misma de la vida."

      Muchas gracias desde ya y como siempre por tomarte el tiempo para escribir. Y me alegra mucho que la imagen te halla gustado!

      Un saludo grande y hasta pronto.

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