martes, 27 de abril de 2021

El canasto y la vieja caja...

 
 Un día como todos, haciendo limpieza en una tarde cualquiera. Me empeñe en limpiar del armario el ultimo estante. Ese de abajo de todo que junto con el de mas arriba son los que menos usamos, pero especialmente el de abajo. Tan inaccesible a causa de que una de las puertas del mueble siempre esta cerrada por una enorme caja que se ubica justo delante y que no existe mas lugar que ese para colocarla. Ahí ese ultimo rincón casi vacío donde ni el polvo llega, mas solo la oscuridad y el silencio. Es el pequeño habitáculo de un canasto con recuerdos de infancia y una caja vieja. Ya que estaba haciendo limpieza a fondo me dispuse a no pasar por alto aquellas cosas de mis años pasados. Allí estaban, tal cual las había dejado cuando niño. Uno nunca deja de ser el mismo, las personas cambian pero siempre mantienen una esencia fundamental, especialmente ese espíritu infantil. El viejo tarro, alguna vez un pote de crema para manos donde guardaba las canicas. Decidí abrirlo y ahí estaba la de la suerte arriba de todas. Las contemple por un momento, que vasto para recordar muchos de aquellos días con sus momentos y como esa bolita de la suerte llego a mi mas por una casualidad de la vida que por otra cosa. Cerré el frasco nuevamente percatándome de que la pequeña bola de vidrio siguiera arriba de las demás. Y pensé, hay cosas que nunca cambiamos!...Y seguí hurgando entre los objetos... Recordaba los juguetes que se encontraban en las bolsas, tan solo tres pero con los mas preciados de mi infancia. Aquellos de los que nunca me deshice y dentro del canasto dos cuadernos de cuando estudiaba en la primaria y mas viejos aun otros dos cuadernillos ilustrados para aprender los números y las vocales. Recuerdo el día que mi padre los trajo, un par para mi y otro para mi hermana. Apenas estaba aprendiendo algunas letras y esos pequeños libros acompañados de simpáticos dibujos me divertían mucho. Recuerdo decir a mi padre que le comentaba a mi madre, "Se los compre a un hombre que los vendía en el colectivo" y no olvido nunca, fue la primera vez en la que recuerdo escuchar sobre el trabajo rebuscado, de la necesidad, la gente humilde y esa honradez de salir a vender cualquier cosa con tal de traer algo de dinero a la casa. Puede que en aquel momento no halla comprendido todo en su magnitud, pero algo presentí porque aquel día me quedo grabado para toda la vida. Un ejemplo tan nítido de la realidad de este país de ayer, hoy y siempre. Por ultimo la caja, una caja vieja calculo de zapatos. Llena de viejos soldaditos de plástico y otros juguetes bélicos, tanques, camiones... Y recordé muy lejos en mis años cuando era muy pequeño. El living era el mundo y la alfombra azul el enorme campo de batalla. Donde se batían los ejércitos compuestos por esos rígidos hombres de plástico, en guerras que no llegaba a comprender, pero que con el tiempo entendí de que las ideas no se matan porque ellas matan primero a los hombres. Pero en fin entendía que aquellos soldaditos se mataban... Tan lejos de la concepción de la muerte y del dolor, tan pequeño casi pudiese decir inmortal, sin noción de los años y la vejez. Fueron esas pequeñas figuras las que me acercaron a las cuestiones de los hombres y el mundo real. Casi como si hubiera vivido muchas vidas, supe de cosas que no entendía y vi en aquellos hombrecillos, que temerarios y con arrojo dirigían cargas de infantería sobre el enemigo y se sacrificaban sin pretextos por los suyos, a mis primeros héroes, si aquellas horas habrán forjado valientes en la alfombra! Y uno de ellos que había venido defectuoso, le faltaba una pierna y yo pensaba que era un soldado amputado y lo hacia aparecer cada vez que alguno de los otros lanzaba una granada. Que curioso saber tanto sin conocer nada. Pero en fin que en aquellos años conocí el mundo y los sillones fueron montañas y recorrí valles de dinosaurios y planetas lejanos, conocí el lejano oeste y conduje autos en peligrosas carreras, fui constructor y destructor. Hice la paz como la guerra y grandes amigos en todas las ocasiones. Hay juventud divino tesoro, benditos sean todos aquellos años de mi pasada niñez. Ojala algún día otro niño que siga mis pasos pueda descubrir ese mundo que yo alguna vez viví … Y así volví a guardar todas aquellas cosas, las mas sagradas para mi y siguió la tarde que ya no era como cualquiera de ese día que ya no era como todos...