miércoles, 7 de noviembre de 2018

Noches de noviembre...

 Noviembre, por estas latitudes los días empiezan a notarse mas largos y las noches aunque mas efímeras tienen un encanto especial. Aquí en mi ciudad hay una zona de lomas engalanada de bellas casas y chalets de piedra, estas generalmente tienen al menos un pequeño jardín o una entrada ornamentada con plantas y flores. Por esta época es cuando se vuelve propicio salir a caminar por la noche y subir la loma y respirar ese olor a flores y arbustos frescos que al aire mezclado con el roció hacen una delicada fragancia para los sentidos. Y seguir camino arriba y desembocar en las playas solitarias y por fin detenerse a contemplar ese mar tenido de plata por el esférico candil que con delicadeza lo cubre de tenue luz. Y es ahí que me quedo un rato sentado respirando y observando tanta armonía y recuerdo a Debussy y trato de imaginar aquellas noches de antaño de la Belle Époque Parisina y en la belleza de las horas nocturnas que como un remanso, como un oasis en el medio del desierto, hace que nuestras almas fatigadas se tomen un tiempo para deshacerse de tanto cansancio, de tantos problemas, de las pesadas cargas que conllevan la rutina. Para mirar al cielo, las estrellas y ese mar coloreado de luces e inspirarse y volver a soñar con las cosas que hemos dejado en el olvido. 

 Y para mi desgracia ya estarán lejos aquellas noches de hace mas de un siglo en aquel París que soñaba cosas imposibles en el que caballeros de frac inspiraban sus obras en el imaginario canto de las ninfas. Yo me pregunto habrá habido alguna de ellas en el Sena perdida? Quien dice, tal vez Debussy retrato en su música la tonada de alguna de sus liras...

 Que tenga usted mi huésped fugaz, una buena noche.



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