lunes, 20 de mayo de 2019

Me llevare…


 Puede que llegue un día, común y corriente como cualquier otro. En el que respire profundo y diga que llego la hora de emprender un largo viaje. Y tomare pocas cosas, las fotos de mis padres, esa plastificada que me hice hace años de mi padre cuando niño. Alguna carta de mi hermana y un abrazo de mi madre. Una tarjeta de Jesús que alguna vez un hombre humilde me dio, por darle un lugar donde parar para comer un sándwich. Mi cuaderno de otoño y viejas cartas a antiguos amores. Me llevare mi llavero de Viena y mis llaves por si alguna vez regreso y cuatro monedas especiales que guardo desde hace mucho tiempo. Me llevare las sonrisas y los recuerdos y unas pocas lágrimas para nunca olvidar los tiempos duros. Me marchare con la invisible compañía de mi familia y unos pocos amigos. De los amores, buscare nuevos. Cargare con migo tan solo algunas sonrisas que me desvelaban el sueño. Pero nunca ningún beso, pues todos me salieron amargos. Me llevare unas mudas de ropa y algún libro de esos que nunca pude terminar de leer.

 Y me marchare por las calles desoladas que conducen a los barrios altos, de las casas viejas en busca de la compañía de los pájaros, que moran en las cercanías de la antigua iglesia y pasare bajo sus ángeles buscando sus bendiciones y seguiré el camino de las hojas secas que se pierden con el viento. Y el sol de la tarde será mi guía y algún perro vagabundo mi fiel compañero y un viejo reloj de bolsillo me marcara las horas. Y algún astro perdido en el cielo de la noche mi rumbo entero…




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